El otro día caminando del metro a casa, me acordé de mi familia, de como les extrañaba. Me vino a la mente un cuento que mi papá me contaba de chiquita y que me ha servido de mucho de mayor:
"En una pequeña ciudad, en la que todos los habitantes se conocían entre ellos, habitaba un señor muy huraño,llamado Paco, muy desagradable con todo el mundo, no ofrecía nada de lo suyo a los demás a pesar de que tenía mucho y rechazaba todo lo extraño.
Un buen día, llegó a la ciudad un chiquito procedente de Senegal, sin apenas medios, pero con una gran voluntad para salir adelante. Casualmente, fue a tocar a la puerta del señor Paco. Cuando abrió la puerta y vió al joven, le despachó con una expresión desgraciadamente común: "regresa a tu país y vete allí a molestar" y el joven se fue sin decir nada. Días más tarde, se celebraba una feria muy importante en la ciudad. Al salir el señor de su casa, a 50 metros, resvaló con una mancha que había en el suelo, y cayó y se dió un buen golpe en la espalda. En ese momento se vió solo, tendido en el piso y sin poder moverse. Pasaba mucha gente a su alrededor pero como todos le conocían, nadie se paraba a ayudarle. Unos minutos después, vió aparecer una sombra detrás suya.
Efectivamente, era el joven muchacho. Le tendió la mano, le ofreció trago y le ayudó a levantarse para que regresara a su casa a reposar. El señor huraño aprendió una lección muy grande, sobre todo a no valorar a la gente sin conocerla y a ser más cordial."
Y es que, nunca olviden que aquella gente que te da es la que te enseña a dar y que las cualidades físicas no están ligadas con las cualidades del espíritu.
¿QUIEREN CONOCER ALGÚN RELATO MÁS?
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